La reciente elección del Presidente Colombiano, Iván Duque responde sin lugar a dudas a una serie de factores regionales y al ánimo de la ciudadanía colombiana por circunstancias internas que ameritan respuestas de un líder reformista. Recomiendo nuestro artículo: Suramerica, ¿giro ideológico o problema estructural?
Iván Duque enfrentara severos desafíos globales a lo largo de su presidencia; la administración de Santos dejo enormes desafíos internos y tres tareas importantes en materia de política exterior: la entrada de Colombia a la OCDE (Organización para la Cooperación y el Desarrollo Económico) y su nueva categorización como Socio
Estratégico de la OTAN (Organización del Tratado del Atlántico).
Estas tareas de talla global, ponen bajo el mandato de Iván Duque la responsabilidad de comportarse a la altura de las circunstancias. Colombia ya se proyecta como un gigante en la región.
Una ardua responsabilidad que se agrava frente a una tarea pendiente, la situación migratoria en Venezuela, una tarea dura para toda la región, cuyo mayor peso cae en manos de la hermana República Colombiana.
“Ahora el problema de fondo es que hasta que no termine esa dictadura, el éxodo no va a parar, tenemos que unirnos en acorralar esa dictadura, y que se haga una transición a unas elecciones que a su vez permitan la recuperación económica del país, el retorno de las libertades (…) Así como están las cosas, si América Latina no se para firme, va a ser imposible”.
Estas fueron las declaraciones del reciente electo presidente, cuya invitación extendió al resto del continente suramericano, Venezuela es un tema que concierne a todos, bajo su óptica.
A nivel interno, Duque se enfrenta a tres grandes desafíos que pesaran mucho a lo largo de su presidencia: Polarización, Proceso de Paz, Sombra de Uribe.
Días después de su elección, el ex candidato presidencial Sergio Fajardo, expreso en una entrevista: “Hay que aprender a leer lo que está pasando en Colombia, porque están pasando cosas. Colombia está dividida, de eso no tengamos la menor duda”.
Los resultados electorales, nos muestran un escenario donde más de 8 millones de colombianos apoyaron la candidatura de Gustavo Petro (aún tras el apoyo inequívoco que recibió de las FARC); esta situación definió la oposición colombiana durante los próximos cuatros años.
El Proceso de Paz colombiano entre el Estado y las distintas fuerzas guerrilleras del país, se encuentran frente a la expectativa del accionar del nuevo Presidente.
Pablo Beltran, Jefe Negociador del ELN, interpreto esto resultados como un apoyo inequívoco al proceso de Paz. “una inmensa mayoría del país no quiere la guerra e interpreta la paz como un proceso de transformaciones profundas”, declaró.
Su primer desafió político como Presidente electo, fue la reforma de la Ley de procedimientos de la Justicia Especial para la Paz, quien en búsqueda de su aplazamiento, se encontró una férrea oposición que logro su aprobación, sin embargo, no antes de que Duque lograra reformar lo concerniente a la extradición y los casos que involucran a la fuerza publica.
Esta pequeña conquista, asomó rápidamente la crítica del ahora dirigente opositor Gustavo Petro, quien expresó “Todas las fuerzas amigas de la Paz deben comenzar a alistar la movilización ciudadana”. Declaraciones que fueron acompañadas por el partido de las FARC, quienes expresamente le pidieron al nuevo presidente “No torpedee la paz”.
El gobierno de Duque, se enfrentara como en esta oportunidad a decisiones difíciles en constante escarnio por parte de esta nueva fuerza opositora, que no ve en el nuevo presidente sino la cara del ex mandatario Álvaro Uribe, una sombra constante que arrastrara la nueva gestión del nuevo mandatario.
El saliente presidente, Juan Manuel Santos, expreso “Iván Duque y el uribismo son la misma cosa, pero el presidente será él. Yo espero que gobierne con independencia y con su propio criterio”.
Esta compleja situación pondrá a prueba la determinación del nuevo presidente colombiano. Un joven ambicioso, con gran entusiasmo y decidido a lograr grandes cambios en la sociedad colombiana, pese a los grandes restos que se le avecinan.
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