Por: Pablo Curiel
Para comenzar a hablar de la Política Exterior argentina, es necesario entender la coyuntura de la política nacional: el gran desafío de Alberto y su gobierno es resolver el grave estado económico que está atravesando el país; lo que a su vez podría ser traducido como un gran vínculo de dependencia, simultáneamente problemático, con el FMI y lo que se especula, su futura re negociación de la deuda. Trump otorga, pero también quita: a pesar de haber quitado los aranceles en aluminio y metalúrgicos a favor de Argentina (iniciado por la gestión de Macri), por otro lado, su postura sobre Evo Morales refugiado no fue bien percibida. El encuentro, fotografiado, de Alberto Fernández con Mike Pence en -cabe decir- su primer viaje internacional, a Israel no es en vano.
La relación entre Argentina e Israel es muy estrecha: de América, es el tercer país que alberga una comunidad tan amplia y anexionada culturalmente, después de Estados Unidos y Canadá. Y el sexto en el mundo.
La voladura de la embajada israelí en Argentina en 1992 fue el primer atentado en toda América de la década y así también comenzó un escabroso vínculo entre Irán, Israel y Argentina en la gestión de Carlos Menem. La catástrofe dio lugar a un nuevo evento: el atentado a la AMIA en 1994, y aunque las investigaciones nunca pudieron llegar a nombrar ningún acusado y el proceso judicial fue muy ambiguo, de la mano de la gestión de Cristina Fernández de Kirchner en el año 2014 se retornaron los vínculos con Irán, tomando una postura de entendimiento y para el 2015 sucede el asesinato del fiscal Alberto Nisman, designado en la unidad especial que trataba el caso AMIA. El panorama actual entre las nombradas naciones padece cierta tensión a la hora de tratar estos temas históricos y también hay que mencionar que el flujo de cultura judía en Buenos Aires es enorme. Hay una gran recepción positiva sobre la identidad judía en el colectivo social.
Los integrantes que asistieron al equipo de viaje son cercanos al núcleo político del presidente: Felipe Solá (Canciller), Gustavo Beliz (Estrategia política), Axel Kiciloff (Gobernador Pcia. Buenos Aires) y la primera dama, Fabiola Yáñez.
Alberto estuvo presente para el acto conmemorativo de los 75 años sobre el Holocausto en Jerusalén y presentó su agrado hacia la cultura judía en las redes sociales, dejando una incógnita: ¿estará de acuerdo Cristina Fernández de Kirchner, su actual vice-presidenta? Ella fue quién aconsejó a Alberto a que accediera. Sin embargo, desde la oposición nacional, se distinguió como un buen gesto también, acostumbrados al problemático escenario internacional que predominó en la gestión Kirchner.
A pesar de que el eje estructural sobre la política exterior argentina aún no tenga una identidad propia, porque al parecer la agenda exterior sigue siendo vacua hasta que lo nacional tome rubro decente, se estipula que éste primer viaje fue con objetivo de sentar bases en un ámbito económico más que político, marketing más que fondo, dado la alta expectativa que dejó la anterior administración.
Lo que permite vislumbrar el escenario internacional actual es que Argentina necesita indudablemente de socios y de inversión externa; sin embargo, el declive económico no permite gestar semillas de confianza en el rubro de los mercados. El modelo económico de país que apoya el kirchnerismo es una forma poco formidable y lógica a la hora de revertir los conflictos, y aun así, democráticamente se mantuvieron doce largos años, ¿será la globalización y sus límites los que se encarguen de enseñar a la Argentina el atropellamiento y entorpecimiento de sus actos?
Israel es un buen comienzo, el mejor aliado de Estados Unidos: no es coincidencia. Las potencias nunca tienen mejores amigos, solo mejores intereses, y Argentina solo fue potencia hace largo tiempo.
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