“Permitir a las personas vivir en otros planetas”, así reza el eslogan de SpaceX, quizás la compañía más importante hoy en materia espacial.
El espacio se ha mantenido en nuestro imaginario colectivo como un lugar lejano y ajeno a la humanidad, un misterio constante que empequeñece nuestra existencia.
No obstante, el espacio exterior ha dejado de ser un límite para la humanidad.
Desde la llegada del hombre a la luna el espacio exterior se convirtió en una frontera común y alcanzable, los increíbles avances tecnológicos han permitido incursionar cada día más a fondo la magnífica inmensidad de nuestro universo.
La creciente capacidad bélica de la humanidad, en medio del afán de dominio del mundo durante el periodo de la guerra fría obligó a la ONU a presentar un Tratado sobre el Espacio Ultraterrestre de manera que fuese regulada la exploración y uso del espacio exterior (incluso los Cuerpos Celestes), remarcando así los fines pacíficos de estas operaciones y dejando constancia del espacio como un patrimonio común para toda la humanidad.
Esta consideración disuadió en aquel momento a Estados Unidos y la Unión Soviética en medio de su escalada bélica, a limitar las consecuencias negativas de su carrera espacial.
Tras el fin de la guerra fría y el avance progresivo de la tecnología, parecía entonces que el programa espacial a nivel global se enfocaría hacia fines comunes y pacíficos, no obstante, el resultado es otro. Las innovaciones en materia espacial han logrado acercar aún más el espacio exterior a nuestras vidas, el uso de satélites y la proliferación de compañías privadas en materia espacial han dejado claro, que el espacio ya no es un lugar tan lejano.
Para muestra un botón, Estados Unidos ha coordinado regularmente misiones secretas con la compañía del magnate Elon Musk (SpaceX), para colocar artefactos en el espacio, en el marco de la misión “Zuma”. Una misión que despertó la curiosidad global, por el hermetismo y la falta de explicación por parte de los involucrados.
Así mismo el 18 de Junio del presente año, el Presidente Donald Trump ordenó la creación de una sexta rama del ejército estadounidense: la Fuerza Espacial.
"Para defender Estados Unidos no basta con tener presencia en el espacio, debemos tener el dominio del espacio", afirmó Trump, quien a su vez argumentaba meses atrás que el espacio es un dominio de guerra como cualquier otro.
Y para sorpresa de muchos, esta no debe ser considerada una descabellada idea, ya que la decisión del mandatario estadounidense no responde si no a la creciente actividad rusa y china en este ámbito.
Según informes elaborados por el Centro Nacional de Inteligencia de Estados Unidos, recogidos por Space, China y Rusia han trabajado en la elaboración de armas anti-satelite para contrarrestar la ventaja estadounidense.
Armas que aunque nos inviten a pensar en un futuro lejano, aseguran que alcanzaran su capacidad operacional en los proximos dos años.
Brian Weeden, analista de Secure World Foundation ha expresado que “el arsenal chino está compuesto por misiles, inhibidores o disruptores capaces de crear interferencias, y láseres para deslumbrar y cegar a los satélites de imágenes. En cuanto a Rusia, asegura que hay pruebas de que están desarrollando el misil Nudol, para alcanzar blancos en órbita, y que ha resucitado un sistema de láser de la Guerra Fría llamado A-60, y que es capaz de cegar satélites”
A esta preocupación por parte de los analistas, se le suma la posible creación de una Estación Espacial ruso-china: un observatorio orbital conjunto. China y Rusia comparten la ambición de alcanzar la luna a mediados de los años 20, de manera que cooperan estrechamente para compensar la ventaja norteamericana.
Descabellado o no, para las grandes en potencias el dominio del espacio exterior no es un juego. Las próximas dos décadas serán testigo de una dura pelea por la conquista de nuestra frontera más cercana.
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