Suramérica ha pasado mucho tiempo en búsqueda de recetas mágicas. Hemos importado sin pensarlo dos veces modelos ajenos a nuestra realidad económica, política y social, en búsqueda del desarrollo.
No podemos continuar con los etéreos debates ideológicos, en defensa del liberalismo o del socialismo cuando estos se deforman con tan solo asomarse al heterogéneo panorama suramericano.
En Suramérica, el Estado y el mercado tienen tareas fundamentales para alcanzar el desarrollo. Por mero capricho ideológico no podemos dejar de lado la tarea estructural que debe cumplir el Estado para con sus ciudadanos, en especial en medio de una región plagada de marcadas desigualdades, así como tampoco puede ser dificultado e incluso eliminado la capacidad innovadora que tiene la libre empresa como fuente principal de trabajo para la amplia mayoría.
Cada continente, cada nación deben procurar para sí la solución más viable a sus problemas. Es correcto estudiar ambas posturas, lo que no es correcto es casarse ciegamente con alguna.
No por menos, el ex presidente peruano Pedro Pablo Kuczynski expresaba
“No puedo dejar de decir que estoy preocupado porque América Latina en general está frenada en este momento. En 1917, América Latina era el 8% del PBI mundial, hoy sigue siendo el 8% del PBI mundial. Si queremos llegar al 10, 11 o 12, tenemos que cambiar un poco las cosas”
Y ese cambio, está en nuestras manos. Debemos dejar de lado los irrisorios debates ideológicos y analizar objetivamente nuestras debilidades y fortalezas para así encontrar un camino sensato hacia el desarrollo. Debemos hacer de nuestra guía el bienestar de nuestra nación y de la región.
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