La incertidumbre que arropa al mundo moderno ha hecho de lo imposible el acontecer diario.
El juego político al que estábamos acostumbrados ha caducado con la entrada de nuevos actores en el escenario internacional; de manera no que no hay que sorprenderse con los recientes acontecimientos que han tomado por asalto la primera plana de todos los medios de comunicación.
La reciente cumbre entre los mandatarios de Estados Unidos (Donald Trump) y Corea del Norte (Kim Jong-Un) ha despertado el interés del mundo entero, y si bien en este particular “la necesidad se disfraza de diplomacia y la paz como la mejor promesa para un pedazo de pan”, se ha abierto la posibilidad a un sin fin de escenarios que proyectan la importancia del evento. Recomiendo la lectura de nuestro artículo: Dialogo en la península coreana: la búsqueda perenne de la paz
El exceso de optimismo que ha inundado al mundo como consecuencia de los titulares pomposos, ha permitido la aparición de rumores tales como: la posible reunificación de la península coreana o la posible alianza entre Corea del Norte y Estados Unidos.
Estos rumores si bien se disipan con el duro golpe de la realidad, no dejan de causar intriga en medio de un escenario global en constante cambio.
La posibilidad de una Corea reunificada aguarda con gran esperanza en los corazones de buena parte de la humanidad, sin embargo, las implicaciones geopolíticas parecen desdibujar aquel sueño.
La península coreana ocupa un lugar estratégico en el continente asiático, su cercanía con el gigante chino y la federación rusa la convierten en un blanco de ambiciones políticas y económicas.
Las primeras impresiones de esta histórica reunión, muestran a una Corea del Norte dispuesta a abrir sus puertas al mundo, al menos progresivamente.
Las declaraciones hechas por Kim Jong-Un durante su paseo nocturno con el Ministro de Exteriores de Singapur nos invitan a hacer un paralelismo con Deng Xiaoping, quien asombrado por el desarrollo económico de sus vecinos, propuso al partido comunista la modernización del Estado chino.
La remota idea de la reunificación implicaría la salida del poder de la familia del mandatario norcoreano y su sola investidura es la garantía más grande de su seguridad, pues para nadie es secreto su largo prontuario en violaciones de derechos humanos.
Corea del Sur, aliado estratégico de Estados Unidos en la región, acabaría tomando para si toda la península, condición que afectaría directamente los intereses rusos y chinos, en medio de una dura rivalidad por el control del pacifico.
Por ello, no fue casualidad, que días antes del histórico evento el gobierno ruso planteara una reunión bilateral entre ambos Estados (Corea del Norte-Rusia), así como tampoco lo fue que Kim Jong-Un volara a Singapur bajo el resguardo de China a bordo 747 de Air China.
Estas sutilezas buscan deliberadamente minimizar la influencia norteamericana en la región, aprovechando el impulso de las negociaciones para conseguir una mejora sustancial de las relaciones con Corea del Norte, una nueva norcorea, posiblemente “desnuclearizada”, “abierta al dialogo constructivo” e históricamente rival de los Estados Unidos.
De esta encrucijada de escenarios y posibilidades, solo queda esperar activamente (como ciudadanos globales) los resultados de la imparable marcha de la historia.
Sin embargo, para beneficio de muchos y frente al escepticismo de otros, el primer paso fue dado y fue exitoso.
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