"Si me preguntasen qué prefiero, mi respuesta no tardaría en salir de mí: me gusta más mi nombre de pueblo. Cuando un pibe me nombra “Evita” me siento madre de todos los pibes y de todos los débiles y humildes de mi tierra. Cuando un obrero me llama “Evita” me siento con gusto “compañera” de todos los hombres".
Hoy a 66 años de su deceso, nadie puede presentar mejor a Eva María Duarte Ibarguren, que ella misma a través de su fina letra. “Evita”, como popularmente fue conocida por sus fieles seguidores, inmortalizaría desde entonces el ejemplo de la lucha cívica y social en Argentina.
“Evita” Perón nació el 7 de mayo de 1919 en Los Toldos, Provincia de Buenos Aires, República Argentina. Hija ilegítima de un pequeño terrateniente de la zona que falleció cuando era pequeña, Evita fue criada por su madre, Juana, y sus hermanos mayores.
Su dura infancia le dio el bagaje necesario para luchar por grandes cambios en Argentina, en especial su duro trabajo que cristalizo la conquista del voto femenino en Argentina. Su arduo trabajo social se desarrollo a través de la fundación Eva Perón, a través de ella consiguió la construcción de hospitales, hogares para ancianos y madres solteras, escuelas e incluso una Ciudad Infantil.
Hablar de “Evita”, arrastra consigo el “intenso debate regional” sobre su "filiación" al comunismo y el marxismo en general. Etiqueta que ha mancillado la imagen de este importante personaje histórico así como el de muchos otros. Un debate que mantiene prisionero a Suramérica frente modelos extranjeros y no le permite encontrar su propio camino.
Frente a esta cuestión y la tergiversación de su figura, no hay que sino suscribir el puño y letra de “Evita”, quien comprendió la necesidad de acoplar la dirección política del “peronismo” a las características de Argentina. Escribía entonces:
“Para nosotros, Marx es un propulsor. Ya he dicho que vemos en él a un jefe de ruta que equivocó el camino, pero jefe al fin. En él, hay dos aspectos fundamentales. Primero, el organizador o conductor del movimiento obrero internacional y, segundo, el creador de una doctrina. Como conductor del movimiento obrero internacional, los pueblos del mundo le deben que les haya hecho entender que los trabajadores deben unirse. Recuerden ustedes que eso mismo repite y repetirá siempre el General Perón a sus trabajadores ‘Unidos, los trabajadores son invencibles’. Si Marx hubiese hecho solamente eso, y si se hubiese dedicado a esa teoría, uniendo a todos los trabajadores del mundo en pos de soluciones justas a sus problemas, su gloria sería indiscutible. Su doctrina, aunque estaba destinada al pueblo, muy pocos la abrazaron conscientemente, y los que lo hicieron a la inversa, fue sin saber con exactitud de que se trataba, más bien como un gesto de rebeldía que como una solución. Es, por otra parte, contraria a los sentimientos del pueblo, sentimientos profundamente humanos. Niega el sentimiento religioso y la existencia de Dios. Podrá el clericalismo ser impopular, pero nada es más popular que el sentimiento religioso y la idea de Dios”.
El marxismo es, además, materialista. Y esto también lo hace impopular. También suprime el derecho de propiedad, tan profundamente humano. Pero por sobre todo, es interesante destacar que Marx, como conductor de las primeras organizaciones obreras, interpretó el sentir de las masas, y por este hecho le debemos considerar como un precursor en el mundo. Solamente por desesperación o desconocimiento de la doctrina del mismo, pudo el Comunismo difundirse tanto en el mundo, más por lo que iba a destruir que por lo que prometía construir…”
Medio siglo después, “Evita” sigue presente en nuestra historia como un insigne ejemplo de ciudadanía, en especial para las mujeres argentinas. Sus palabras y acciones siguen retumbando en cada rincón de esta región, recordándonos la noble labor de la mujer suramericana.
“Ha llegado la hora de la mujer que comparte una causa pública y ha muerto la hora de la mujer como valor inerte y numérico dentro de la sociedad”
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